Teodora fue una emperatriz bizantina, esposa del
emperador Justiniano. Tuvo una gran popularidad y poder, siendo la mujer más influyente
del imperio bizantino. Nació en el año 501 y venía de una familia pobre. Su
padre trabajaba en el hipódromo, lugar de lucha entre gladiadores y animales,
de domador de osos oficial en la facción Verde. Su padre murió y su madre y su
hermana buscaron trabajo en la facción a la que perteneció su padre, pero les
negaron el trabajo. Acudieron a la facción Azul, que representaba los intereses
del emperador, de la nobleza y de la iglesia. Las niñas pobres no tenían más
opciones que el teatro o la prostitución, muy unidas en Constantinopla.
Su
hermana comenzó en el teatro al alcanzar la pubertad y Teodora sin siquiera
llegar a ella. No tenía muchas virtudes ya que leía mal, era muy delgada y no
sabía tocar ningún instrumento, pero aún así logró triunfar ya que les gustaba
a los hombres. Iba a los teatros con muy poca ropa, se movía sensualmente, contaba
chistes verdes y cada vez iba un poco más allá para mantener al público
masculino y ser más demandada. Tras una actuación muy subida de tono, Teodora
alcanzó la más absoluta fama, siendo la meretriz más demandada de aquel
entonces, además de la mejor pagada, con únicamente 16 años. Abrió una casa de
meretrices con su amiga Antonina, pero se cansó de esa vida, y se fue con
Ecebolo, gobernador de la provincia de Pentápolis como su amante oficial, con
el que tuvo una hija, pero se acabó la relación ya que Ecebolo tenía dudas de
su paternidad. Pasó tres años en Alejandría y conoció a Severo, del que
aprendió
mucho. Volvió a Constantinopla y se reencontró con su amiga Antonina,
que ya era amante de un general, íntimo amigo del sobrino del emperador. Así Teodora conoció a Justiniano, del que más tarde fue amante. Querían casarse,
pero la ley bizantina dejaba claro que las prostitutas o actrices del teatro no
podían casarse con nobles. Justino, el actual emperador, tras la muerte de su
esposa, aceptó el enlace. Justiniano heredó el trono, siendo Teodora emperatriz.
Su reinado fue muy fructífero y mandaron construir obras de la calidad de Santa
Sofía. Con la subida de los impuestos para financiar sus construcciones, el
pueblo se sublevó y tomó el control de Constantinopla y Justiniano se planteó
dejar el trono. Pero Teodora irrumpió en la Sala del Consejo donde debatían
como dejaría el poder, ella dijo:
‘’Sobre si está bien visto o no que una mujer
se presente ante hombres o se atreva a mostrarse cuando otros vacilan, no creo
que sea éste el momento más apropiado, ante la presente crisis, para discutir
un punto de vista u otro. Pero cuando una causa corre el máximo peligro hay un
solo y verdadero camino a seguir: aprovechar lo máximo posible la situación
actual. Creo que en estos momentos la huida es inapropiada, incluso si lleva
consigo la salvación. Una vez que un hombre ha nacido a la luz es inevitable
que tendrá que enfrentarse con la muerte, pero un emperador no puede soportar
el verse convertido en fugitivo. Emperador, si quieres huir en busca de la
salvación, te resultará fácil; tenemos dinero en abundancia, a la vista está el
mar, aquí están los barcos. Sin embargo, en lo que a mi respecta, aún creo en
el viejo proverbio de que la realeza es una excelente mortaja”.
Finalmente
vencieron la revuelta con 20.000 muertes.
Justiniano
creó el “Corpus Juris Civiles” con la ayuda de su esposa. Estas leyes ya aceptaban
cualquier matrimonio mientras que fuese libremente elegido. Decía que la
prostitución era un agravio hacia la mujer, luchaba contra el maltrato
femenino, permitía la herencia a mujeres y que pudieran ser propietarias
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